jueves, 11 de julio de 2013

En un estado emocional más relajado que el de anoche, es donde, a falta de vovabulario y práctica, escribo estas breves lineas, sin el afán de sonar "quejumbroso" en el estilo habitual de esta servidor.

No.

Hago este "avance" y "balance" de sentimientos, emociones y puntos de vista personales e introspectivos.

utilizando OMMwriter y Cofitivity como mi lienzo y mi pintura, reconozco y recuerdo, a estas alturas, estar un tanto alejado del lado espiritual del que tanto me jactaba alguna vez. ¿falso? ¿pretencioso? Quizá. Y quizá dentro de este nuevo comienzo a la fuerza, me doy cuenta por mi mano y por mi experiencia, que más vale empezar a quitarse la armadura, de verdad, a bajar la guardia, a bajar el escudo y a bajar el nivel de paranoia, por mi propio bienestar mental y anímico y todo lo que conlleva.

No suficiente con esto, una suave llovizna comienza.

No quiero parecer un romántico empedernido y ciertamente este no es el estilo que perigo en mi busqueda por mi identidad literaria, sin embargo en aras de, como menciono antes, de bajar mi altanería y ubirle a la humildad, es por lo que estoy acomodando este sutil pero autentico texto.

Hace poco, o mucho, a tientas y a regañadientas, he estado lentamente reconociendo mi pérdida, así como la batalla perdida. ¿Y la guerra? Aún no lo sé, a ese preciso detalle, aun desconozco exáctamente de que se trata la guerra. Si es personal, los motivos que la alimentan, o si en verdad debería llamarse guerra, con las implicaciones violentas y bélicas que todo el término implica.

No.

He perdido, la paciencia, la virtud, la honra, la dignidad, la cordura, la valentía, el coraje, la visión, la esperanza...

He ganado en cambio, a salúd de la eterna y siempre congruente ley de la equivalencia, el balance, el karma y la alquimia, amigos, amistades, contactos, oportunidades, una nueva eseranza, una nueva luz, un nuevo camino, un nuevo comienzo.

¿está perdida la guerra? Eso aun no lo sé, repito, si valdrá o no la pena seguir batallando, no solo por mi perdida, sino por la perdida infinita, la día a día, el descuento en automático y los intereses que la vida nos aplica sin permiso ni consentimiento, sin miras ni compasión.

El tiempo no espera, el tiempo no perdona.

D.

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